miércoles, 15 de febrero de 2017

STOP CETA


EL CETA Y LA PROTECCIÓN ANIMAL

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La aprobación de este acuerdo permitiría a las multinacionales traer a Europa bienes producidos en condiciones mucho peores para los animales
El Tratado Económico y Comercial entre la Unión Europea y Canadá, conocido como CETA, es un tratado de libre comercio entre ambas regiones. Al igual que el TTIP (tratado de libre comercio entre la UE y EE.UU.), el CETA ha sido duramente criticado por el secretismo con el que se han llevado a cabo las negociaciones, así como por las consecuencias negativas que podría tener para el medio ambiente, el mundo laboral y los animales.
El CETA también ha recibido el nombre de “Caballo de Troya del TTIP” debido a que permitiría a muchas multinacionales estadounidenses tener acceso al mercado europeo a través de sus filiales canadienses. Esto haría que, incluso si el TTIP no llega a firmarse, muchas de sus consecuencias negativas podrían afectar a la sociedad y los mercados de la UE.





Desde el punto de vista social y económico, el CETA se ha criticado porque podría ocasionar una pérdida de empleo y un aumento de la desigualdad social. Este tratado limita la capacidad de los gobiernos para crear, expandir o regular los servicios públicos y otorga mayor poder a las multinacionales. Además, la liberalización de los mercados en Canadá y la UE, que acontecería si se firmarse este acuerdo, volvería a ambas regiones más vulnerables en caso de una nueva crisis financiera.
El CETA conlleva la creación de un sistema legal paralelo que podrá ser utilizado por miles de corporaciones
El CETA conlleva la creación de un sistema legal paralelo que podrá ser utilizado por miles de corporaciones para demandar a gobiernos a raíz de medidas sociales o medioambientales que, aun siendo legítimas, les supongan una pérdida económica.


El principio de precaución que se aplica en la UE para proteger a los consumidores, el medio ambiente y la salud pública podría ser puesto en duda por este tratado. Productos como los organismos genéticamente modificados, cuya comercialización no está permitida en la UE debido a este principio de precaución, podrían llegar a los mercados europeos gracias a este acuerdo.  El CETA además incentivaría el transporte transatlántico, suponiendo un gasto extra de petróleo que ocasionaría una mayor emisión de gases de efecto invernadero y una aceleración del cambio climático.

Las consecuencias sociales y medio ambientales de este tratado han sido ampliamente discutidas y criticadas en muchos medios, pero, de nuevo, la protección animal ha quedado casi olvidada. En el CETA no se habla prácticamente nada de bienestar o ética animal y, por tanto, es difícil evaluar las consecuencias que este tratado podría tener para los animales a menos que se compare con la legislación ya existente. Esta falta de referencias al bienestar de los animales en el texto del CETA demuestra una falta muy grave de atención a este tema en la elaboración y negociación de este tratado.
Tan sólo uno de los artículos del CETA habla de bienestar animal y del intercambio de información y experiencia en este campo. Sin embargo, una colaboración en este sentido no tiene por qué desembocar en un aumento de la protección animal.
La falta de referencias al bienestar de los animales en el texto del CETA demuestra una falta muy grave de atención a este tema en la elaboración y negociación de este tratado.
Los estándares de bienestar animal de la UE son muy superiores a los de Canadá. En Canadá, los animales son explotados de una forma mucho más terrible que en Europa, siendo su trato en granjas, medios de transporte y mataderos mucho peor. La protección de los animales de granja incluida en el código penal y las leyes canadienses es muy limitada, no siendo a menudo esta siquiera respetada (las consecuencias legales derivadas del incumplimiento son preocupantemente escasas). Además, la poca protección animal que hay en este país excluye a las gallinas y los peces, que suponen la mayor parte de su producción de comida.
Hay ciertas prácticas especialmente crueles que ya han sido prohibidas en la UE y sin embargo aún son utilizadas en las granjas y laboratorios de Canadá. Claro ejemplo de ello son las jaulas en batería convencionales, donde las gallinas viven encerradas en un espacio semejante a un folio sin nada con lo que interactuar. Por no hablar de las terribles jaulas de gestación para cerdas o los cajones para terneras recién nacidas, donde estos animales tienen tan poco espacio para moverse que ni siquiera se pueden dar la vuelta.
La aprobación de este acuerdo permitiría a las multinacionales traer a Europa desde Canadá bienes producidos en unas condiciones mucho peores para los animales que las que tenemos aquí. El tratado supondría también un impedimento para los países que quieran aumentar los estándares de bienestar animal, ya que estos podrían ser demandados por corporaciones que se vieran afectadas por ellos. Además, este acuerdo llevaría a una homogeneización de los estándares de protección animal en Canadá y la UE, o sea, una disminución de los mismos en lo que respecta a la segunda entidad. Los productores de la UE podrían verse incluso forzados a llevar a cabo una reducción de los estándares de bienestar animal con el fin de mantener precios competitivos, comparables a los de las importaciones desde América del Norte.
Este sábado 21 de enero, la plataforma No al TTIP, de la que PACMA forma parte, ha convocado numerosas manifestaciones en contra del CETA
El pasado 15 de octubre miles de personas salieron a la calle para protestar contra el CETA y otros tratados de libre comercio. En la UE, más de 3,5 millones de personas han firmado en contra de estos tratados. No obstante, las negociaciones continúan y el día 24 de enero este tratado será votado en la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo. Por este motivo, este sábado 21 de enero, la plataforma No al TTIP, de la que PACMA forma parte, ha convocado numerosas manifestaciones en contra del CETA por toda España para presionar a los eurodiputados de cara a que no apoyen este tratado.
El secretismo con el que se ha negociado el CETA ha sido mayor incluso al del TTIP, debido a que las negociaciones tuvieron lugar antes y pasaron desapercibidas. Esto, junto a la falta de claridad del tratado en muchos ámbitos, impide saber con certeza qué supondría este acuerdo exactamente. No obstante, ningún tratado que no sea transparente y que no asegure que los estándares medio ambientales, sociales y de protección animal vayan a ser al menos mantenidos debería tener el apoyo de la sociedad o el gobierno de ningún país.
Daniel Roures 

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